Sí, HAY extrema derecha en España.

Existe un fascismo latente en la sociedad española. Si bien es cierto que siempre ha estado ahí, no es menos cierto que las situaciones de crisis del capitalismo ya han hecho aflorar a la extrema derecha en otros momentos del siglo pasado.
En un vista rápida sobre Europa, observamos diferentes siglas bajo las cuales se mantienen unos lemas comunes: aislamiento los ciudadanos autóctonos, que se sienten rodeados y menospreciados por los inmigrantes y cuya delincuencia sufren, abuso de los servicios públicos por parte de estos últimos e impotencia ante el inmovilismo de los gobiernos socialdemócratas. Francia tiene el Frente Nacional de la familia Le Pen. En Italia tienen a la Lega Norde y a Casa Pound. En Rusia está el Partido Nacionalista, en Inglaterra encontramos al Partido Nacionalista Británico y a la Liga de Defensa Inglesa, al igual que en Holanda y en Bélgica existen formaciones que mezclan tradicionalismo con xenofobia, como el Vlaams Belang. Sin embargo, por encima de todos ellos destaca el caso de Grecia, donde Amanecer Dorado consiguió el 15% de los votos en las últimas elecciones y apunta a una intención de voto superior al 20% según todos los sondeos helenos. El argumentario apenas ha evolucionado desde el final de la segunda guerra mundial, cuando se consideró al fascismo como «una ideología muerta», aunque el acento se ha ido poniendo en diferentes asuntos segun ha convenido; sirva como ejemplo el de formaciones como Democracia Nacional (a imitación de la ultraderecha suiza), que saltó al conocimiento público con una cartelería que representaba a una oveja blanca desplazada de un rebaño de ovejas negras. Esta campaña se lanzó justo en un momento de máxima llegada de inmigrantes a nuestro país, cuando se les podía acusar de provocar cualquier tensión social y aún había quien veía la relación entre ambos factores.

El antropólogo americano Oscar Lewis escribió varias obras en base a su teoría sobre la «cultura de la pobreza». Grosso modo, describía unas tendencias sociales y relacionales entre los individuos de países del «tercer mundo», entre las cuales imperaba la abnegación y la impotencia. En base a esto, muy pocos son los inmigrantes que llegan a un país como España con plena conciencia de su situación, sus derechos y las maneras de protegerlos y exponerlos en caso de abuso. Aceptan cualquier situación laboral porque cualquiera es mejor que la que abandonaron en su lugar de origen. Aceptan cualquier trato por parte de la sociedad porque no se busca su integración, sino su adaptación a «lo que hay». ¿Por qué se permite su trata? ¿por qué no es ilegal contratar por menos o por más según el gusto del contratante? Ocurre que en época de crisis, y más aún tras la aprobación de la reforma laboral (y su inmenso lago de imprecisiones en cuanto a condiciones laborales y nuevos contratos), muchos españoles sin empleo ven a inmigrantes trabajando en restaurantes, obras en inmuebles o tareas de limpieza. No se cuestionan cómo se les está tratando ni por qué se permiten semejantes situaciones irregulares, solo sienten que extranjeros «les roban el trabajo». ¿POR QUÉ ES ESTO POSIBLE ?: Miremos el vídeo y volvamos a leer este párrafo.

«Piensa en los tuyos» (punto blogspot) es un ejemplo de espacio de ultradereha en la red y, al mismo tiempo, de lema populista eternamente usado por nacionalsocialistas, nacionalcatólicos, neonazis, «nacionalistas conservadores», etc. Ahora, como novedad, se  en nuestro país se usa mucho el término identitario, acuñado por la extrema derecha italiana para esconder la naturaleza racista. «No odiamos al resto de razas, sencillamente consideramos que estamos por encima. Tampoco somos xenófobos», declaraba un cabecilla de Casa Pound en Roma el pasado 2011, quien estaba siendo investigado por ser amigo del hombre que disparó y mató a dos inmigrantes senegaleses en Florencia hace ahora un año. Aludo a este ejemplo como otros tantos que se pueden encontrar en referencia a los griegos de Amanecer Dorado en los últimos años, que a menudo destapan casos como este. En muy raras ocasiones plantean iniciativas sociales, proyectos, de nuevo sin perder el toque populista sin el cual estarían perdidos y no tendrían ni el mínimo apoyo social con el que cuenta hoy en día. Los hay que critican la política de recortes, que se incendian ante la austeridad e incluso, en muy pequeño número, que se declaran anticapitalistas. De entre lo que «proponen», más allá de la verborrea que solo busca infundir odios, destaca su autodenominación como «patriotas». Muchas autores han hablado del patriotismo como un amor al propio pueblo, a su idiosincrasia, no como el apego a los símbolos nacionales; la bandera no se come, el himno no paga tus facturas . Pues bien, he aquí que más allá de varios comedores populares al año para adecentar su maltrecha imagen, la bandera parece su única causa. ¿Piensan cuidar de todos los españoles? No, para nada. Si tienen dinero, si son blancos, conservadores, si están dispuestos a cumplir sus mandatos autoritarios, si son heterosexuales, si son inflexibles con el progresismo y se exaltan con todo símbolo nacional, constitucional o no, entonces sí. Todos los demás «no son españoles de bien». Baste el ejemplo de un homólogo holandés que recientemente propuso anexionar a Amsterdam una «ciudad para los despojos«, esto es, para toda aquella persona que no cumpla los requisitos anteriores. (texto en inglés)

El fascismo es un instrumento del capitalismo más salvaje, su chaleco salvavidas en momentos de crisis. Critican duramente y plantean eliminar a la oposición a las medidas neoliberales de la derecha institucional, acusándoles de «atacar a la unidad y estabilidad nacional»; todo el que no está con ellos está contra ellos. Como sistema que necesita de constante saneamiento por su putrefacción, el capitalismo que hoy ahoga a España permite la existencia del fascismo en nuestro país. Cuando la Fundación Nacional Francisco Franco buscaba un lugar para celebrar el 120º aniversario del nacimiento del dictador, fue necesaria una exhaustiva campaña de denuncia pública para que no se albergase el acto en un edificio público. Una vez este acto fue movido a un hotel madrileño, más de 80.000 firmas fueron necesarias para su cancelación pero, lejos de ser cancelado, se trasladó a un restaurante situado en el parque nacional de El Pardo. Si por el Estado español fuera, la ultraderecha camparía a sus anchas, a la permisividad me remito. Un último ejemplo es el idéntico proceder de PP y la pléyade de ultraderechistas, empezando por Plataforma per Catalunya, quienes han atacado ferozmente todo nacionalismo que no sea el español en las últimas elecciones regionales en País Vasco y Cataluña.

Más allá de planteamientos guerracivilistas que suelen surgir en estos debates, se hace MUY necesario poner en claro una cosa: la mayoría de la sociedad española es antifascista y no lo sabe. La mayoría no es racista, ni odia a los progresistas, ni es homófoba, ni propaga odios xenófobos, ni quiere imponer sus ideas por la fuerza, ni, en general, es autoritaria ni violenta. Así pues, denunciar a la ultraderecha y sus odios es imperativo, urgente, pues las «nuevas marcas», en referencia al carácter identitario del que se hablaba más arrriba, confunden y nublan el juicio. Baste un ejemplo actual para acabar con esta reflexión: Álvaro Pombo, imagen intelectual de Unión, Progreso y Democracia, ha asegurado en numerosas ocasiones que «con Franco todo esto no ocurría».

Claro que no, Álvaro, ni con los Reyes Católicos.Grece-dos-d-Hassan-Mekki_articlephoto