Carromero vuelve a casa por Navidad

El vicesecretario de Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Ángel Carromero, condenado a cuatro años de cárcel en Cuba por el accidente de tráfico donde fallecieron los opositores al régimen castrista Oswaldo Payá y Harold Cepero, vuelve a casa por Navidad como los turrones de Suchard, como el especial de Raphael en TVE, como las gambas en mal estado, como Cortilandia. El líder de los pupilos populares, de 27 años (algo mayor), llegará a Barajas «en las próximas horas». Espero, por su bien, que no sea Nacho Uriarte quien vaya a recogerlo al aeropuerto madrileño. La pueden liar parda.

¿Por qué? Unir las palabras «líder de Nuevas Generaciones» con «automóvil» da, como en las ecuaciones de segundo grado, dos resultados: el primero, alcohol; el segundo, accidente de tráfico. A la historia me remito: en febrero de 2010, el por entonces presidente de NNGG, Nacho Uriarte, tuvo un accidente mientras conducía borracho por el centro de Madrid. Los dioses, que son así de cachondos, quisieron que, además, Uriarte fuera hasta aquel momento vocal de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso de los Diputados. Hasta Farruquito sintió vergüenza ajena.

No sabemos -ni lo sabremos nunca- si, cuando ocurrió el terrible accidente en Cuba, Carromero iba o no iba borracho. De lo que sí tenemos constancia es de que, desde 2009, l’enfant terrible de las NNGG había acumulado 42 multas de tráfico, tres de ellas por exceso de velocidad, por las que había tenido que abonar un pellizquillo de 3.700 euros. Tras el accidente, Carromero fue arrestado y, posteriormente, condenado por la Justicia cubana por un delito de homicidio imprudente a 4 años de cárcel.

El caso es que en Cuba hay de todo menos democracia, y claro, si a Carromero lo condenan no es por haber cometido homicidio, sino por ser imperialista, o por ser compinche de Payá, contrarrevolucionario, o sea, opositor, chulapo de Miami o amante de Gloria Estefan. Eso lo sabemos nosotros, más chulos que un ocho, porque en Castrolandia todo está controladito, incluidos los jueces, y si al señor (Fidel o Raúl) dice que al pijo neogeneracional hay que condenarlo, los jueces lo condenan. Conclusión de todo esto: no hay que fiarse de los tribunales cubanos.

Por eso, aquí nos importa tres pollas en vinagre lo que digan los jueces cubanos y pensamos en indultar a Ángel Carromero. Fuentes jurídicas consultadas por la Cadena SER aseguran que, «salvo un indulto del Gobierno», el cumplimiento de la pena de 4 años es «efectivo» y no le «corresponde ningún beneficio penitenciario». Cuando el río suena, agua lleva. No ha llegado aún el líder de NNGG a España, ya están apuntando al indulto, ya sabemos cómo se las gasta Gallardón en este sentido cuando le interesa…

Un tal Alfon se tiene que estar cagando en las muelas -por ser suave- de más de un juez.

simpson-borracho